La construcción sigue avanzando y la invasión de moscas la acompaña al mismo ritmo… Hemos ido perfeccionando la técnica para cazarlas pero no ha habido mucho éxito… Nuestra técnica preferida es acercarnos sigilisomente con un tupper y… ¡zas!, atraparlas. Cuando conseguimos atrapar unas 30 moscas (en el mejor de los casos), las sacamos de casa acompañando el paseo de aplausos, pero de inmediato entran otras tantas escapando del calor que se humedece más cada día… Trabajar en el fresco de casa, echar una cabezadita o comer sin hacer aspavientos se vuelve cada día más complicado… Quizás comerse una de vez en cuando y luchar contra ellas sea un buen ejercicio físico y alimenticio… quién sabe!

Los mosquitos también espabilan y han conseguido encontrar un pequeño agujero en la mosquitera! Pero eso sí, no consiguen amargarnos el buen despertar, con olor a café y con ganas de trabajar…

Esta semana la hormigonera y el vibrador han decidido tomarse un pequeño descanso… Hemos tenido algún problema técnico, pero como nos decía nuestra xarit, aquí encuentran soluciones para todo. Asi que aunque estamos trabajando de manera más manual, la cimentación de la administración continúa. Y si todo sigue como planeado, a partir de hoy comenzaremos a subir los muros de adobe! Qué ganas tenemos todos!

También hemos tenido alguna que otra sorpresa… el miércoles por la noche hubo una tormenta eléctrica, que desde la distancia ofrecía un bonito espectáculo. Parecía anunciar que se acerca la korité, la fiesta del fin de Ramadán donde todo el mundo viaja para reencontrarse con su familia y compartir la alegría de comer y beber cuando la sed y el hambre apremian. Las nubes oscuras que ocultaban el sinfín de estrellas que alumbran el cielo provocó que los toubabs (a excepción de Pablo, que ya es uno más e incluso ha adquirido un tono de piel parecido) compartiéramos nuestras preocupaciones con Mamadou… ¿Pero va a llover? ¿Y los adobes? ¡Tenemos que taparlos! Mamadou nos tranquilizaba… aquí no llueve a estas alturas del año… Todo irá bien…

Pero la mañana del jueves, adelantándose al despertador y contra todo pronóstico (1% de probabilidades de lluvia en una de las 100 webs consultadas), el ruido de la lluvia nos despertó… La lluvia… aquí, símbolo de alegría, de esperanza, de vida… pero para nosotros, sólo significaba una cosa… ¡¡Los adobeeessss!! Fue un chaparrón corto (llamémoslo chubasco) pero las nubes oscuras no avecinaban nada bueno… El equipo de trabajo, tan madrugador como siempre, ya pasaba por casa y corrió a cubrirlos con plásticos… Por fin estaban a salvo, y por fin podíamos disfrutar de la lluvia como todo el resto de senegaleses… Aun así, y casi con pena, la lluvia no duró mucho, aunque trajo consigo una humedad pegajosa que no facilitaba el trabajo para todos aquellos que siguen sin poder beber agua… ¡Menudo mérito!

Al mismo tiempo, como ya os avanzábamos, seguimos definiendo la manera de hacer participar a la comunidad tanto en la construcción como en la gestión del centro. Cada vez vemos más claro que los jóvenes deben ser el punto focal. Con su energía, su motivación, y sus sueños en plena construcción, son los más indicados para poner el centro en movimiento, dibujando en él el futuro que desean… Planeamos trabajar de cerca con el gouvernement scolaire, la junta escolar del liceo donde se reúnen profesores y alumnos para compartir ideas y mejorar el modelo de enseñanza. Y la idea es que los estudiantes se impliquen en talleres de construcción, donde puedan aprender nuevas técnicas sostenibles, y que comiencen a definir para qué usarán el centro y cómo lo harán…

También comenzamos a identificar los diferentes colectivos a los que queremos acercarnos para compartir el proyecto buscando su implicación: mujeres, notables, ancianos, gremios… Y estamos planeando visitas a otros centros culturales de Saint Louis y Dakar para poder aprender y fortalecernos creando redes de contacto.