Mon nom c´est Mamadou Dia, je suis originaire d´un village qui s´appelle Gandiol; un village d´agriculteurs et de pêcheurs qui s´étend sur le littoral de la région Nord du Sénégal, Saint-Louis. Ce lieu m´a vu naitre et grandir entre sa population, majoritairement composée de femmes âgées et de centaines d´enfants qui courent dans les rues avec la poitrine en l´air, les pieds nus, à la recherche d´espaces de loisirs et d´éducation pensés pour leur développement. Les jeunes garçons, qui n´arrêtent pas d´espérer, passent leurs soirées au terrain de foot, faisant des exercices et sautant dans l´attente d´un ballon qui ne tombe jamais du ciel. L´absence d´espace fait que beaucoup veulent s´en aller.

Gandiol est une terre de migrants, de personnes inquiètes, rêveuses d´un changement, en marche… Mais le manque d´opportunités provoque l´exode de plusieurs hommes, principalement en direction de Sud du pays à la recherche du poisson et, aujourd´hui, vers les terribles chemins du Nord, cherchant le faux El Dorado européen.

Ce fut mon cas, en 2006; à 21 ans je m´embarquais dans un voyage en pirogue vers le Nord. Apres huit longues journées, j´étais arrivé à l´ile de la Gomera. J´ai découvert alors les réalités de ma nouvelle terre, la désolation, le mensonge, les préjugés, la fatigue… et j´ai commencé un travail d´intégration pour être un membre de plus.

Ma vie dans ce pays est digne d´un film; commençant par le voyage, l´accueil, la recherche de travail sans carte de séjour, apprendre l´espagnol, diriger des projets de jeunes, le volontariat, la vie professionnelle, les amis, les familles, le groupe de musique et de danse africaine. Et en ouvrant les yeux, je me suis rendu compte que tout cela a été rendu facile par les amis (Xarit en wolof), la clé de la réussite.

En 2012, après la publication de mon premier livre intitulé 3052, poursuivant un rêve, j´ai décidé de créer mon ONG «Hahatay, éclats de rires de Gandiol» et de travailler pour retourner à ma terre natale et participer dans son développement. J´ai connu Nerea lors d´un de ces voyages.

Nous sommes de deux mondes différents: moi, j´ai grandi entre plusieurs besoins et elle, elle a grandi dans la meilleure enfance. Mais ce qui nous unit, c´est notre éducation basée sur les valeurs humaines. Très tôt, on a découvert le rôle qui nous attend dans cette vie; créer un espace spécial pour le développement des enfants avec une éducation qui leur garantit une vie responsable, joyeuse et solidaire.

Nerea est devenue membre de Hahatay, ce qui lui a permis de dessiner mes rêves dans ses feuilles. L´architecte engagée qu´elle était nous a montré sa volonté de créer des espaces adéquats pour le développement physique, ludique et intellectuel des enfants.
J´ai rêvé, elle a dessiné, et nous nous sommes tous engagés à réaliser ce rêve selon ses envies et recommandations. Nous voulons offrir ce grand joyau qu´elle a dessiné aux enfants et jeunes de Gandiol, une terre qu´elle a considéré comme amie à son Getxo natal.

J´ai compris qu´il y a des âmes qui ne meurent jamais et leurs lumières, si belles et puissantes, illuminent nos yeux, fous de les voir, les contempler. Mais elles sont si intelligentes qu´elles préfèrent se cacher et battre dans les coins les plus profonds de nos cœurs. Chacun de mes battements est synonyme de sourire, de Hahatay (éclats de rires), de satisfaction pour avoir croisé le chemin de ma Xarit.

Mi nombre es Mamadou Dia, soy originario de un pequeño pueblo llamado Gandiol. un pueblo de agricultores y pescadores que se extiende sobre el litoral de la región del norte de Senegal, Saint Louis. Este lugar me ha visto nacer y crecer entre su población, compuesta en su gran mayoría de grandes mujeres y cientos de niños que corretean en sus calles con las tetillas al aire, los pies descalzos a la búsqueda de espacios de ocio y de educación pensados para su desarrollo. Los jóvenes pasan sus tardes en el campo de fútbol haciendo ejercicios, saltando a la espera de una pelota que nunca cae del cielo, que no paran de suplicar. La inexistencia de espacios provoca que muchos quieran irse.

Gandiol es una tierra de inmigrantes, personas inquietas, soñadores de cambio, caminantes. Pero la falta de oportunidades provoca el éxodo de muchos hombres, en principio hacia las rutas del sur del país a la búsqueda de pescado y hoy hacia los terribles caminos del norte buscando el falso dorado europeo.

Así fue mi caso, en 2006, con 21 años me embarqué en un viaje en un cayuco hacia el norte. Tras ochos largos días llegué a la isla de la Gomera. Descubrí las realidades de mi nueva tierra, la desolación, el engaño, los prejuicios, la fatiga… y empecé un trabajo de integración para ser uno más.

Mi vida en este país es un puro producto de película, empezando por el viaje, la acogida, la búsqueda de trabajo sin certificado de residencia, aprender el castellano, dirigir proyectos juveniles, el voluntariado, la vida laboral, los amigos, las familias, el grupo de música y baile africano. Y al darme cuenta, ví que todo esto ha sido fácil gracias a los amigos (Xarit en wolof), la clave del éxito.

En 2012 después de la publicación de mi primer libro titulado “3052”, decidí crear mi ONG “Hahatay, son risas de Gandiol” y trabajar para el retorno a mi tierra natal para participar en su propio desarrollo. En uno de estos viajes conocí a Nerea.

Nosotros somos de dos mundos diferentes: yo he crecido entre muchas necesidades y ella creció en la mejor infancia. Pero lo que nos iguala es nuestra educación basada en los valores humanos. Muy pronto descubrimos el papel que nos espera en esta vida: crear un espacio vital para el desarrollo de las niñas y niños en una educación que les garantice una vida responsable, alegre y solidaria.

Nerea se hizo socia de Hahatay, lo que le permitió dibujar mis sueños en sus papeles. La arquitecta comprometida que era nos enseñó su voluntad de crear espacios adecuados para el desarrollo físico, lúdico e intelectual de los pequeños.
He soñado, ella ha dibujado, y todas y todos nos hemos comprometido a realizar este sueño en base a sus recomendaciones y sus ganas. Queremos ofrecer esta gran joya que ella diseñó para los niños y jóvenes de Gandiol, tierra que consideró amiga de su Getxo natal.

He comprendido que hay almas que nunca mueren, y sus luces, tan bellas y potentes, iluminan nuestros ojos, locos por verlas, contemplarlas. Pero ellas son tan inteligentes que prefieren esconderse y latir en los rincones más íntimos de nuestros corazones. Cada uno de mis latidos es signo de sonrisa, de Hahatay (carcajadas), de satisfacción de haberme cruzado en el camino de mi Xarit.

Mi nombre es Mamadou Dia, soy originario de un pequeño pueblo llamado Gandiol. un pueblo de agricultores y pescadores que se extiende sobre el litoral de la región del norte de Senegal, Saint Louis. Este lugar me ha visto nacer y crecer entre su población, compuesta en su gran mayoría de grandes mujeres y cientos de niños que corretean en sus calles con las tetillas al aire, los pies descalzos a la búsqueda de espacios de ocio y de educación pensados para su desarrollo. Los jóvenes pasan sus tardes en el campo de fútbol haciendo ejercicios, saltando a la espera de una pelota que nunca cae del cielo, que no paran de suplicar. La inexistencia de espacios provoca que muchos quieran irse.

Gandiol es una tierra de inmigrantes, personas inquietas, soñadores de cambio, caminantes. Pero la falta de oportunidades provoca el éxodo de muchos hombres, en principio hacia las rutas del sur del país a la búsqueda de pescado y hoy hacia los terribles caminos del norte buscando el falso dorado europeo.

Así fue mi caso, en 2006, con 21 años me embarqué en un viaje en un cayuco hacia el norte. Tras ochos largos días llegué a la isla de la Gomera. Descubrí las realidades de mi nueva tierra, la desolación, el engaño, los prejuicios, la fatiga… y empecé un trabajo de integración para ser uno más.

Mi vida en este país es un puro producto de película, empezando por el viaje, la acogida, la búsqueda de trabajo sin certificado de residencia, aprender el castellano, dirigir proyectos juveniles, el voluntariado, la vida laboral, los amigos, las familias, el grupo de música y baile africano. Y al darme cuenta, ví que todo esto ha sido fácil gracias a los amigos (Xarit en wolof), la clave del éxito.

En 2012 después de la publicación de mi primer libro titulado “3052”, decidí crear mi ONG “Hahatay, son risas de Gandiol” y trabajar para el retorno a mi tierra natal para participar en su propio desarrollo. En uno de estos viajes conocí a Nerea.

Nosotros somos de dos mundos diferentes: yo he crecido entre muchas necesidades y ella creció en la mejor infancia. Pero lo que nos iguala es nuestra educación basada en los valores humanos. Muy pronto descubrimos el papel que nos espera en esta vida: crear un espacio vital para el desarrollo de las niñas y niños en una educación que les garantice una vida responsable, alegre y solidaria.

Nerea se hizo socia de Hahatay, lo que le permitió dibujar mis sueños en sus papeles. La arquitecta comprometida que era nos enseñó su voluntad de crear espacios adecuados para el desarrollo físico, lúdico e intelectual de los pequeños.
He soñado, ella ha dibujado, y todas y todos nos hemos comprometido a realizar este sueño en base a sus recomendaciones y sus ganas. Queremos ofrecer esta gran joya que ella diseñó para los niños y jóvenes de Gandiol, tierra que consideró amiga de su Getxo natal.

He comprendido que hay almas que nunca mueren, y sus luces, tan bellas y potentes, iluminan nuestros ojos, locos por verlas, contemplarlas. Pero ellas son tan inteligentes que prefieren esconderse y latir en los rincones más íntimos de nuestros corazones. Cada uno de mis latidos es signo de sonrisa, de Hahatay (carcajadas), de satisfacción de haberme cruzado en el camino de mi Xarit.